¿Cuál ha sido tu experiencia tras tu paso por el Basque Culinary Center?

Apenas salí del BCC, durante esos dos meses de verano “libre” mi cabeza iba a explotar, era la misma sensación que cuando salí de la carrera de Biología pero multiplicado por mil. Tenía la sensación de que no sabía nada pero al mismo tiempo lo entendía todo, había desaprendido. Desaprender, uno de los procesos más importantes en la vida profesional/intelectual de una persona, es cuando realmente tienes la capacidad de resetear tus propios estándares y evolucionar, salir de tu mismo para darte cuenta de lo que realmente quieres ser y después… ¡BOOM! En toda la cara, empiezas a verlo todo más nítido, la conexión entre tu background y el presente empiezan a tener sentido, es entonces cuando esos dos meses de verano “libre” se empiezan a hacer eternos y sabes que estás preparado para empezar a cambiar cosas, tu vida y la de los que te rodean. En conclusión, creo que el BCC te da eso, o te lo quita, te confunde y te ayuda al mismo tiempo, te da una visión 360º que marea, pero que te ayuda a comprender toda la cadena de valor de la Gastronomía desde todas las perspectivas posibles. 

¿Cómo llegaste a realizar tu trabajo de fin de grado en el Future Food Institute?

Bueno esta historia es un poco más larga. La verdad es que fui el último de mis compañeros en conseguir el contrato de prácticas, ¡imagínate cuanto tarde en conseguir el proyecto! Quizás soñé demasiado alto al principio y quizás fue eso lo que me ha traído hasta donde estoy ahora. Me gusta pensar que cada uno empuja para donde quiere y luego la vida (que no la suerte, ni el destino ni nada de eso… si quieres llámalo KARMA) a veces tira en dirección contraria, ahí estas tu para seguir empujando en la dirección que tú quieres. Pues eso fue exactamente lo que pasó, soñé con irme a muchos sitios y no fue posible, al final es el propio Future Food Institute quien me ha llevado hacia ellos y el ciclo se cierra y retroalimenta. No dejes de empujar en la dirección de tus sueños, no te obsesiones, pero tampoco lo dejes, las rutas pueden ser muy variadas, de más largas a más divertidas y a más intensas, pero al final es como en una ecuación vectorial, tu tendencia si es la más fuerte, es la que ganará.

¿Qué retos has tenido que afrontar a la hora de desempeñar tus funciones actuales?

Lo primero de todo gestionarme a mi mismo, tanto profesional como emocionalmente. Los idiomas, las competencias y habilidades sino las tienes, ya se te irán infiltrando poco a poco por los poros de la piel, pero si no sabes cómo relacionarte con tus compañeros, crear un buen ambiente y no estresarte con una alta carga de responsabilidad, entonces la tendrás cruda. Mi mayor reto fueron dos: 1. No enamorarme de mis propias ideas 2. No estresarme con la carga de trabajo, si piensas que ya lo estás dando todo y crees que trabajas más que ninguno es porque no te has visto a ti mismo en el próximo mes, trabajando el doble y con la mitad de estrés (el salario mejora más lentamente). Si algo he aprendido es que quejarte sólo te hace perder el tiempo, al final tus responsabilidades las acabarás ejerciendo igualmente y con puntualidad, hazlas feliz y con calidad y tu vida será más chill.

¿Cuáles crees que son los desafíos relacionados con gastronomía e investigación científica?

Bueno Juan Carlos Arboleya, profesor y desde hace tiempo amigo, ya lo decía al principio del Máster: El objetivo de este programa y a la vez uno de los mayores desafíos en este campo (que está aún muy prematuro) es aquel de encontrar la lengua común entre cocineros y científicos. Y tanta razón que llevaba, con los compañeros de la tercera edición del Máster comentábamos: ¿Cuál es la diferencia entre un Tecnólogo de Alimentos y un Científico Gastronómico? La respuesta es simple, el tecnólogo escala, intenta aumentar cantidades sin cambiar la calidad en lo posible, el tecnólogo mide, habla de porcentajes y habla en gráficas, tablas nutricionales… incluso si hablan de sensorialidad y reacciones humanas ante un alimento, lo representan en diagrama de araña. Todo esto es súper necesario y lo seguirá siendo de hecho nosotros, los Científicos Gastronómicos, también nos nutrimos de estos conocimientos, pero eso sí, sin olvidarnos de los sentimientos y emociones, del resultado final, que además de porcentajes, espectros, ecuaciones… también son colores, sabores, texturas, olores… que te ponen triste y no te hacen repetir o te ponen contento y te hacen volver y pagar de nuevo.

¿Qué mensaje les darías a los actuales y futuros alumnos del Máster en ciencias gastronómicas?

En las preguntas anteriores ya respondí a esto, pero si tengo que recalcar un mensaje directo y que les llegue a mis compañeros, les diría que: “No os vayáis sin pegaros un buen día de cocina y brebajes en una sociedad gastronómica, allí se aprende y sobretodo se desaprende. También os diría que confiaseis cada vez más en vosotros mismos, que las cualidades ya las tenéis, ahora lo más importante es escuchar más que hablar, empatizar con la gente, no dejéis de ser curiosos, preguntad mucho y sobretodo no os lo creáis todo, un consejo se acepta y se analiza pero no se digiere hasta consultarlo con la almohada”. ¡Hasta pronto!